SI BEBES… NO TRABAJES… AMEN…

A lo largo de nuestra historia laboral son muchas las situaciones que tenemos que superar: el primer día de trabajo, la primera bronca, el primer ascenso, etc… Y siempre el causante de nuestros males es el temor a nuevas responsabilidades y el  miedo a lo desconocido. Nunca es conveniente esconderse, salir corriendo o aliviar nuestros males con alcohol u otro tipo de sustancias que tienen la capacidad de alterar nuestra personalidad o nuestro comportamiento. Y es que si bebes, no trabajes.

Me di cuenta de lo importante que era tomarse las cosas con humor cuando, hace muchos años, vi., por primera vez, LA VAQUILLA. Posiblemente si el rodaje y exhibición de la película se hubiera podido hacer unos años antes, la historia del entendimiento y diálogo entre los españoles hubiera tenido lugar mucho antes de la llegada de la democracia y sus beneficios repartidos copiosamente entre los “dos bandos”.

El día que la Iglesia aprenda a tener sentido del humor y encajar con una sonrisa los fracasos, críticas y adversidades… posiblemente las personas normales y de a pié – que no necesitan ser llamados “pueblo de Dios”, para sentirse “hijos de Dios”-  puedan tomarse en serio  sus prédicas y adoctrinamientos. Un servidor de la “cosa divina” -obispo, cura, religioso… – incapaz de tomar el pulso al humor y sonreír en lugar de lagrimear y aburrir a sus “rebaños” con sermones vacíos  y somnolientos, con caras escatológicas de estreñimiento más parecidos al saca untos de turno que al buen Pastor evangélico.

Por si al lector también le hace gracia, transcribo un “suelto” que un amigo me ha enviado. Es frecuente el temor, el síndrome de Estocolmo, a la hora de enfrentarse a nuevas y distintas responsabilidades o tomar el pulso a la nueva situación social creada por el abandono de las distintas funciones eclesiales. Si alguien está pasando por ese miedo, puede respirar hondo y nunca intentar aliviar su tensión con el alcohol. Esto es lo que le pasó al cura novato protagonista de nuestra historia:

El nuevo Padre de la parroquia estaba tan nervioso en su primer sermón que casi no consiguió hablar. Antes de su segunda misa, el domingo anterior, preguntó al Arzobispo que podía hacer para relajarse. Éste le sugirió lo siguiente: “la próxima vez coloque unas gotitas de vodka en el agua y verá como después de algunos tragos, se va a encontrar más relajado.”

El domingo siguiente el Padre aplicó la sugerencia y, en efecto, se sintió también que podía haber hablado hasta en medio de una  tempestad. Una vez finalizado el sermón, regresó a la sacristía y encima de su escritorio encontró una nota del Arzobispo que decía así:

 

Querido Padre:

La próxima vez coloque unas gotas de vodka en el agua y no unas gotas de agua en el vodka. Le anexo algunas observaciones para que no se repita lo que vi en el sermón de hoy.

– No ha necesidad de poner una rodaja de limón al borde del cáliz.

– Aquella caseta al lado del altar es el confesionario y no el baño.

– Evite apoyarse en la imagen de la Virgen y mucho menos abrazarla y       besarla.

– Las hostias son para distribuirlas a los feligreses. No deben ser usadas    como canapés para acompañar el vinito de la mañana.

– Los mandamientos son diez y en ningún caso doce.

– Los Apóstoles eran doce y no siete. Ninguno era enanito.

– No nos referimos a nuestro Señor Jesucristo y a sus Apóstoles como       JC & Company.

– David derrotó a Goliat con una honda china. Nunca le abrió la cabeza     por tirarse a una china.

– No debe tratar al Papa como el Padrino.

– Bin Laden no tuvo nada que ver con la muerte de Jesús.

– El agua bendita es para bendecir y no para refrescarse la nuca y hacer       gárgaras.

– Nunca dé la misa sentado en la escalera del altar y mucho menos con      el pié sobre la  Biblia.

– En el ofertorio los fieles entregan la limosna voluntaria, no saque el       letrero que decía: “su propina es mi sueldo”.

– El Padre Nuestro se debe rezar alzando las manos al cielo, nunca   haciendo la ola.

– La iniciativa de llamar al público a bailar fue buena, pero hacer el trenecito por toda la Iglesia ¡nooo!.

– IMPORTANTE: aquel sentado en el rincón del altar, al cual usted se refirió como mariquita, travesti con  faldita. ¡Era yo!.

         Querido Padre: espero que esos fallos sean corregidos el próximo domingo y que algo semejante no vuelva a ocurrir nunca más en la  vida.

Quizá sería conveniente que esta tarde dedique su tiempo a pensar qué le va a decir a los feligreses el próximo día, si es que vienen. No obstante, rece mucho, calcule bien la dosis de alcohol a ingerir y utilice la Biblia como lugar de inspiración y  nunca como punto de apoyo.

Muy atentamente y siempre suyo

El Arzobispo.

Enrique Pérez Amez.